Ha retratado la guerra, la paz y el desastre en Kabul, Cachemira y los Himalaya. Ha sido elegido como la revelación de la fotografía en Nueva York y premiado por World Press Photo. El gobierno chileno lo envió a Mozambique para fotografiar el sida. Y hoy está en medio de su proyecto más personal: capturar la desaparición de la vida alrededor del Loa.
En Chiu Chiu no hay conexión a internet. Tomás Munita quería mandar fotografías por e-mail, como lo ha hecho siempre desde distintas zonas del mundo, pero no hay red ni señal inalámbrica. Está de paso en esta localidad de la Región de Atacama, a medio camino de un reportaje personal: se ha propuesto capturar con su lente los despojos que está dejando la desecación del río Loa en sus 440 kilómetros.
Lo tiene frente a sus ojos, a la distancia de un click. El río irriga la vida en la provincia, una vida que decae por la contaminación y la disminución del caudal, actualmente aprovechado por las empresas mineras. Munita reflexiona: “El Loa está muriendo silenciosamente. Han desaparecido lagunas y animales, se han contaminado las aguas y se han abandonado tierras de cultivo y poblados. Al permitir que eso suceda, por entregar las aguas a la minería, algo muere en nosotros. Esa desolación va a ser nuestro triste legado a las generaciones futuras”.
Ha recorrido Quillagua, Caspana y María Elena y ha tomado fotografías cargadas de una atmósfera de abandono. En estos pueblos, el agua potable y la energía eléctrica están racionadas a unas cuantas horas a la semana. Poco queda del verde oasis que era Quillagua antes de la contaminación del río en 1997. Hoy los lugareños están vendiendo las aguas contaminadas a las mineras, pues no sirven para regar. Las cosechas nacen marchitas.
La poesía
Llegó a la fotografía a través de la poesía. Entre sus autores preferidos menciona a Vicente Huidobro, al galés Dylan Thomas, al francés Víctor Segalen y al poeta musulmán Jalal ad-din Rumi. Cuando tenía 17 años compró su primera cámara y aprendió a revelar. A mediados de los 90, mientras estudiaba formalmente fotografía, recorrió Chile y viajó a Ecuador, Perú y Bolivia. Tras dos años como fotógrafo de prensa en Santiago, en 2000 partió a Panamá, como corresponsal de la Associated Press (AP), desde donde cubrió noticias en Latinoamérica, Estados Unidos y Afganistán. Luego renunció para emprender proyectos personales en Asia. Junto a su esposa, Cecilia, recorrió Nepal, Vietnam, Laos y Camboya, hasta establecerse en los Himalaya, al norte de la India, donde convivió con los nómades. En 2005 volvió a trabajar para AP, en Afganistán y Pakistán.
Ese año, su reportaje “Nómades de los Himalaya” fue premiado en Japón y el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York lo distinguió como la revelación de la fotografía mundial. Al año siguiente, el reportaje “Kabul, dejando las sombras” le valió el Leica Oskar Barnack, mientras que sus fotografías en torno al terremoto de 2005 en Cachemira, al norte de Pakistán, le significaron dos premios de la World Press Photo y uno de la Picture Store POY.
Hoy, a los 34, sostiene que el proyecto que más le ha gustado fue el de los nómades. “Fueron cuatro meses yendo y viniendo con ellos, junto a mi esposa, aprendiendo el idioma, pastoreando. No tenía editor ni nadie que se interesara por las fotos, era mi propio ensayo, una manera de aprender de una forma de vida que se desvanece. Sería interesante volver cuando haya pasado tiempo y ver qué sucedió con ellos”.
Imágenes Tristes
Este año, Tomás Munita fue seleccionado para participar en la muestra “Resiliencia: visiones de la fotografía latinoamericana actual”, montada por PhotoEspaña en Madrid, entre junio y septiembre, por un reportaje de las islas guaneras de Perú, donde cientos de obreros trabajan 24 días al mes raspando, tamizando y filtrando el guano que depositan las aves sobre las rocas.
En agosto, y antes de internarse en Atacama, realizó el primer trabajo para el Gobierno de Chile. Partió a Mozambique, en África, para recorrer las regiones de Maputo y Beira, en un viaje organizado por Unitaid, agencia global en la que Chile participa junto a 35 países que se unieron para combatir la malaria, la tuberculosis y el sida en ese continente.
La realidad de los contagiados con VIH que vio en Mozambique fue abismante. Se calcula que el 16 por ciento del país es portador, aunque las cifras podrían superar el 20 por ciento. “Si bien era una historia que debía ser contada con optimismo, porque se trata de una mejora, mis fotos no podían ser más tristes: niños con sida, huérfanos, gente muriendo en hospitales, pobreza, prostitutas desesperadas, un país que colapsa en su totalidad”.
“Aunque suene raro, es un privilegio ser testigo de los dramas y las grandes desigualdades de nuestro tiempo. Uno tiene la responsabilidad de sensibilizar al espectador al otro lado del mundo, hacer entender que nuestras acciones tienen significado, como en este caso en que, sin saberlo, los chilenos estamos entregando medicina a personas que de lo contrario morirían”.
Para Munita, la función de la fotografía es dar a conocer aquello que, por las distancias o por desconocimiento, pasa inadvertido. “Hoy más que nunca necesitamos saber qué les estamos haciendo al mundo. Podemos leer en las noticias casi insensiblemente cifras de gente sufriendo y de muertos y hablar de enemigos, pero es otra cosa cuando vemos lo que hay dentro de sus ojos. La fotografía tiene que ser un puente que una a las personas”.
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